viernes, 23 de mayo de 2008

Transgénicos son el problema, no la solución


Por Julio Godoy

BONN, 23 mayo (IPS) - La crisis alimentaria internacional llevó a que algunos propusieran los transgénicos como solución. Pero esto renovó las advertencias sobre sus efectos negativos en la salud y en el ambiente.

Muchas de las preocupaciones fueron planteadas en la occidental ciudad alemana de Bonn, donde se reunieron más de 3.000 delegados de 147 países con motivo de la IX Conferencia de las Partes del Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (COP 9), que comenzó el lunes y concluirá el 30 de este mes. El encuentro se propone estudiar formas para usar la biotecnología con seguridad. Mientras, científicos, agricultores y ambientalistas de varios países siguen alertando que los productos genéticamente modificados presentan un riesgo y no son una contribución a la producción alimentaria. En Francia, agricultores se quejan de que los cultivos con modificaciones genéticas contaminan los orgánicos. Julien y Christian Veillat, productores de maíz orgánico de la localidad bretona de Villiers-en-Plaine, unos 400 kilómetros al oeste de París, aseguran que sus cultivos fueron contaminados por transgénicos, a pesar de que la plantación más cercana se encuentra a unos 35 kilómetros de distancia.

El hecho fue constatado en un análisis de rutina a finales de abril por una cooperativa agrícola de la zona donde los Veillat tienen sus tierras. A raíz de eso, el maíz orgánico ahora sólo puede usarse como forraje para el ganado.

Los Veillat entablaron una demanda legal contra el gobierno. "La contaminación sólo pudo venir del maíz transgénico", dijo a IPS un portavoz de la asociación local contra la agricultura con modificaciones genéticas Georges Castiel.

El productor de vino orgánico de la sudoriental región francesa de Provenza, Jean-Pierre Margan, dijo a IPS que la contaminación de los cultivos orgánicos es un problema permanente. "Partículas de transgénicos pueden ser transportadas muy lejos por el viento y el agua y contaminar su cultivo, aun si usted trabajó muy duro para evitar cualquier riesgo", explicó. El vicepresidente del gobierno local de la occidental región de Poitou Charentes, Serge Morin, señaló que es necesario que "el Estado revise sus procedimientos sobre los productos con modificaciones genéticas, incluido el cese inmediato de todos los cultivos de ese tipo que se hacen a cielo abierto". "Además, todos los agricultores orgánicos cuyos cultivos hayan sido contaminados deberían recibir indemnizaciones", apuntó. Esos casos llevaron a numerosos chefs y productores de vino a lanzar una campaña para evitar la propagación de bebidas y alimentos con modificaciones genéticas.

"No tenemos competencias científicas para intervenir en el debate acerca de las consecuencias sobre la salud de los productos transgénicos", reza la misiva dirigida al parlamento francés. "Pero consideramos que, de acuerdo con el principio de precaución en materia de alimento y salud, los productos genéticamente modificados deben sencillamente prohibirse de nuestras mesas", añade. Campañas similares se llevan a cabo en otros países europeos. Numerosos científicos y ambientalistas señalan que independientemente de las preocupaciones en materia de salud, los productos con modificaciones genéticas tampoco son una opción para la crisis alimentaria.

"La mayoría de las modificaciones genéticas hechas a los cultivos apuntan a hacerlos más resistentes a plagas y hierbas malas, pero no a aumentar la producción", señaló Hans-Joerg Jacobsen, biólogo de la Universidad alemana de Hanóver.

"Los cultivos modernos sin modificaciones tienen mayores producciones que las propias semillas transgénicas", apuntó.

"La idea de que los transgénicos pueden contribuir a alimentar al mundo forma parte de la propaganda que la industria bioquímica utiliza desde hace años, pero es falsa", subrayó Arnaud Apoteker, quien lidera la campaña contra los productos con modificaciones genéticas de la organización ambientalista Greenpeace Francia. Algunos representantes de la industria bioquímica lo reconocen. "Los cultivos transgénicos no resolverán el hambre en el mundo", dijo el director de la rama científica de la gigante BASF, Hans Kast, al periódico alemán Die Sueddeutsche Zeitung.

Está el caso de África, el único continente que no produce suficientes alimentos para alimentar a su propia población, a pesar de que 70 por ciento de sus habitantes están empleados en el sector agrícola.

"Al aplicar métodos de cultivo convencionales, sin modificaciones genéticas, se puede elevar de forma sustancial la productividad agrícola en África", dijo a IPS el director de la no gubernamental Welthungerhilfe, Hans Joachim Preuss. "Lo que más necesita la agricultura africana son mejores y más eficientes sistemas de irrigación, no semillas transgénicas", apuntó. Se cultivaron 114,3 millones de hectáreas de transgénicos en 23 países por más de 12 millones de agricultores", según cifras divulgadas en Bonn por CropLife Internacional, federación que representa a las corporaciones de la industria bioquímica. (FIN/2008)

jueves, 22 de mayo de 2008

ABC DEL IMPERALISMO EUROPEO


Mapa de África de 1911 que muestra los reclamos coloniales de cada país europeo. Las posesiones británicas están de amarillo y las francesas, de rosa.

REPARTO DE UN CONTINENTE

El reparto o repartición de África, también llamado la disputa por África o la carrera por África, fue la proliferación de los reclamos europeos sobre el territorio africano durante el periodo del Nuevo Imperialismo, entre la década de 1880 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial, que involucró principalmente a las naciones de Francia, Alemania y el Reino Unido, aunque también participaron Italia, Portugal, Bélgica, España y, en menor medida, Estados Unidos, este último país a través de la fundación de Liberia.

Hablar de la llamada "disputa por África" es continuar un debate de más de un siglo de antigüedad. La segunda mitad del siglo XIX, alrededor del año 1880, vio la transición del imperialismo "informal" que ejercía control a través de la influencia militar y de la dominación económica a aquél de dominio directo. Los intentos para mediar la competencia imperial, tal como la Conferencia de Berlín (1884 - 1885) entre el Reino Unido, Francia y Alemania no pudieron establecer definitivamente los reclamos de cada una de las potencias involucradas. Estas disputas sobre África estuvieron entre los principales factores que originaron la Primera Guerra Mundial.

CONFERENCIA CONFISCADORA

La Conferencia de Berlín, celebrada entre el 15 de noviembre de 1884 y 26 de febrero de 1885 en la ciudad de Berlín fue convocada por Portugal y organizada por el Canciller de Alemania, Otto von Bismarck, con el fin de resolver los problemas que planteaban la expansión colonial en África y resolver su repartición.

Catorce Estados fueron representados: El Imperio Alemán, el Imperio Austrohúngaro, Bélgica, Dinamarca, el Imperio Otomano, España, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Países Bajos, Portugal, Rusia y Suecia.

En ella se proclamó la libre navegación marítima y fluvial, la libertad de comercio en el centro del continente africano, el derecho a colonizar un territorio si se ocupaba la costa de éste, entre otras cosas.

El proceso de colonización se realizó siguiendo las grandes vías fluviales, como los territorios del Níger, que fueron explorados entre los años 1788 y 1830; la cuenca del Nilo y la región de los Grandes Lagos Africanos, entre 1854 y 1859; el Zambeze, entre 1841 y 1873.

La exploración del río Congo motivó las rivalidades entre varios países, por lo que el canciller Bismarck actuó como árbitro en la Conferencia, donde se estableció el Estado Libre del Congo (actualmente República Democrática del Congo), bajo soberanía de la Asociación Internacional del Congo y propiedad privada del rey de los belgas Leopoldo II, y de un Congo francés, ambos con salida al mar; la libre navegación por los ríos Níger y Congo, así como el principio del derecho a la posesión del traspaís a partir de un enclave costero.

Así, la costa mediterránea africana quedó en manos de Francia y el Reino Unido; la costa oriental se dividió entre los alemanes al sur y los británicos al norte. La costa occidental quedó en poder de los belgas, franceses y británicos. Los italianos consiguieron Somalia y los portugueses, Angola y Mozambique. Sin embargo, pronto estallaron conflictos por la posesión de las zonas más estratégicas o más ricas, como en el caso de Túnez, Egipto y Marruecos